Chávez,
el heredero de AD y Copei
Eduardo Casanova
Martes, 12 de marzo
de 2013
“Todo está
indefenso y como a merced del primer aventurero,” dice Arturo Uslar
Pietri en la página 127 de su novela “Estación de máscaras”
refiriéndose a Venezuela, en lo que parecería una profecía
Hablaba
en realidad de la situación del país en 1946, pero bien podría
haberlo dicho refiriéndose a la década de 1980, cuando los dos
grandes partidos de la democracia venezolana, Acción Democrática y
Copei, empezaron sus procesos de suicidio en manos de dirigentes que,
sencillamente, no tenían lo suficiente para ser dirigentes.
La desaparición de AD
empezó porque sus hombres importantes, Rómulo Gallegos, Rómulo
Betancourt, Raúl Leoni, Gonzalo Barrios, Juan Pablo Pérez Alfonso,
Carlos Andrés Pérez, fueron sustituidos por otros que no tenían la
misma estatura política. Con razón o sin razón, esos líderes de
segunda o tercera categoría se opusieron a que Carlos Andrés Pérez
se postulara por segunda vez a la presidencia de Venezuela, y como
Pérez se impuso desde la periferia, le declararon una guerra, a
veces sorda y a veces activa, que destruyó el partido. Parte de esa
guerra suicida fue el grotesco juicio que quitó a Pérez del poder,
y que acabó con toda posibilidad de Estado de Derecho en el país.
En Copei el proceso fue
otro: Rafael Caldera, su fundador, no permitió que se formaran
sucesores y cuando, tímidamente, los que habían tratado de serlo se
opusieron a su pobre imitación de Carlos Andrés Pérez, prefirió
acabar con el partido y lo logró. El verdadero heredero de ambos
partidos fue Hugo Chávez, que encontró un país indefenso y “a
merced del primer aventurero.” Los adecos, que habían interpretado
muy bien el sentir del pueblo cuando en 1945 sacaron violentamente
del poder a un muy buen gobernante, Isaías Medina Angarita, que no
quiso o no pudo dar los pasos indispensables para que se impusiera la
verdadera democracia, y que entre 1959 y 1969 entendieron que el país
necesitaba educación, pero también que la educación no es
solamente la formación de licenciados y doctores, sino que es aún
más importante formar buenos técnicos y mejores trabajadores, poco
a poco fueron dejando atrás ese trabajo (que Copei nunca entendió y
por eso Caldera cerró las escuelas técnicas), y terminaron
dedicados únicamente a la política y al disfrute del poder y las
riquezas no siempre bien habidas, y mientras el Estado y unos pocos
particulares se hacían cada vez más ricos, los pobres, carentes de
formación, carentes de verdadera educación y hasta de techo, se
hacían cada vez más pobres.
Ambos partidos, AD y
Copei, descuidaron también la vivienda, sin entender que Bolívar en
estos tiempos habría dicho “educación y vivienda son nuestras
primeras necesidades.” La educación incide en todo, no sólo en la
capacidad de trabajo y de desarrollo, sino también en la seguridad y
otros aspectos de la vida cotidiana. La vivienda incide en la salud y
también tiene que ver con la seguridad y esos otros aspectos de la
vida cotidiana. Al permitir que la masa no educada y sin vivienda
creciera como un inmenso cáncer social, los adecos y los copeyanos,
decididamente, le abrieron la puerta a ese “primer aventurero,”
que sí se interesó por los pobres, pero lo que les dio fue lo peor
que podía darles.
Desde luego, muchos son
los factores que incidieron, y entre ellos la personalidad de Chávez,
guachamarón, dicharachero y hasta simpático, y sobre todo, que le
quitó a la política una solemnidad que distanciaba a los políticos
del pueblo, y también que prometió acabar con todos los vicios que
hacían de adecos y copeyanos decididamente odiosos a la mayoría de
la población. Lamentablemente, su falta de escrúpulos lo llevó por
un camino muy peligroso. En realidad prefirió el poder a la
verdadera redención de los preteridos. Por eso organizó un gobierno
militarista y un sistema que parece democrático pero en realidad no
lo es, y que derivó en un régimen personalista basado en el culto a
la personalidad.
Y, lejos de cumplir sus
promesas de acabar con la corrupción administrativa, permitió que
los peores vicios se hicieran cada vez mayores. A las gentes que lo
siguieron les dio diversión y circo, y hasta un mundo de esperanzas.
No les dio educación, no les ha dado en realidad vivienda, sino
techos que apenas sirven para protegerse de la lluvia. No les enseñó
a pescar, sino que se dedicó a regalarles pescado.
No sembró el petróleo
sino que lo desperdició, lo regaló, sobre todo en el extranjero
para hacerse un piso político. Al regalar pescado se ganó
fácilmente la gratitud y hasta el amor de la mayoría de los pobres,
eso es indiscutible, pero en realidad terminó perjudicándolos, y
eso se verá con dureza y horror muy pronto. Como AD, terminó
descuidando lo que más interesaba, y como Caldera, no permitió la
formación de sucesores. En ese sentido, no hay duda de que es el
heredero directo de AD y de Copei. El heredero directo de lo peor de
AD y de Copei.
eddcas@gmail.com
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