martes, 5 de agosto de 2014

La Opinion de Otro



CORREGIR LA HISTORIA
Eduardo Vásquez
Tal Cual jueves 31 de julio de 2014
Los líderes políticos son rara vez intelectuales, esto es, gente dedicada a pensar, a reflexionar sobre los hechos sociales, sobre la historia. Se ha hecho celebre la frase según la cual los que no conocen la historia están condenados a repetirlas. Sin embargo, hay líderes políticos que conocen la historia y quieren repetirlas, pero repetirla corrigiéndola añadiendo un ingrediente que, según ellos, le faltaba y lo cual produjo la decadencia o la ruina de lo que quieren repetir. Hay pensadores que vieron lo que constituyo la mayor abominación política de nuestros tiempos.
Escuchemos a Leszec
Kolakowski: “La idea de que el mundo existente esta tan totalmente corrompido que no se puede pensar en mejorarlo y que, precisamente por eso, el mundo que le sucederá aportara la plenitud de la perfección y de la liberación ultima, esta idea es una de las aberraciones mas monstruosa del espíritu humano. Por supuesto, esta aberración no es una invención de nuestros tiempo, pero hay que reconocer que, en el pensamiento religioso que opone a la totalidad de los valores temporales la fuerza de la gracia sobre natural, ella es mucho menos abominable que en las doctrinas mundanas que nos certifican que podemos asegurar nuestra salvación saltando de un solo salto desde el abismo de los infiernos a la cima de los cielos” [El espíritu revolucionario, Paris, Editions Complexe, 1978, pág. 22]. El revolucionario destruye el mundo capitalista, el cual es el infierno para instalar el paraíso comunista. En la U.R.S.S. se destruyo el mundo anterior, pero lo que se instalo fue un infierno peor. Lenin argumento: “Nuestra generación llevo a cabo una labor asombrosa por su importancia histórica. La crueldad de nuestra vida, impuesta por las circunstancias, será comprendida y perdonada. Todo será comprendido, todo [M. Gorki, Lenin]. Fue comprendida pero no en el sentido que Lenin esperaba, sino en el modo que los describe V. Grossman: “Nuestro siglo es el siglo en el que la violencia que ejerce el Estado sobre el hombre ha alcanzado su más alto grado” [Todo pasa]. Ernest Renan, en sus Diálogos filosóficos pensó que para asegurarse el poder en una sociedad de ateos, no basta amenazar a los rebeldes con un infierno mitológico, sin instituir un infierno real, un campo de concentración que serviría para quebrantar a los rebeldes, a intimidar a todos los otros, y que seria servida por una policía especial, formada por seres carente de escrúpulos morales y totalmente entregada al poder vigente, maquinas obedientes dispuestas a todas las atrocidades. El aporte nuevo de nuestros comunistas es ir más allá de sus predecesores. En vez de tener un cuerpo policial limitado en sus miembros, quieren convertir  a toda la sociedad en un gigantesco cuerpo policial, formada por delatores, jueces parcializados, verdugos. Para ellos, el solo hecho de oponerse a su política convierte a cualquier ciudadano en delincuente. Esto plantea un problema importante: ¿Son los partidos izquierdistas y comunistas partidos como los otros?
Cualquier partido aspira al poder, pero los comunistas quieren el poder para aniquilar a sus adversarios, convirtiéndolos en enemigos, no solo suyo, sino de la nación. Siguen en eso a los nazis cuyo jurista C. Schmitt elaboro una política liberada del derecho y la moral, fundada en el dúo amigo-enemigo.

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