martes, 4 de junio de 2013

PLAN DE BARRANQUILLA

Documento suscrito el 22 de marzo de 1931, por un grupo de venezolanos, exiliados en Barranquilla (Colombia) por estar presuntamente implicados en la insurrecci贸n militar de 1928. Entre los 12 firmantes figuraban R贸mulo Betancourt, quien fue el redactor del documento, Ra煤l Leoni, Pedro Juliac, Pedro Jos茅 Rodr铆guez Berroeta, Ricardo Montilla, Mario Plaza Ponte, Sim贸n Betancourt, Carlos Pe帽a Uslar, C茅sar Camejo, Jos茅 Joaqu铆n Palacios, Valmore Rodr铆guez y Rafael A. Castillo. Como documento hist贸rico, el Plan de Barranquilla representa la primera expresi贸n de un an谩lisis estructural de la sociedad venezolana y de su proceso hist贸rico, vinculado a un proyecto pol铆tico y a un programa de acci贸n que planteaba la lucha contra el r茅gimen de Juan Vicente G贸mez como una revoluci贸n de las estructuras pol铆ticas y econ贸micas del pa铆s. Estructuralmente, el plan se compon铆a de 2 partes. En la primera se analizaba la situaci贸n venezolana desde los or铆genes de la Rep煤blica y de sus caudillos, recurriendo para esto a la utilizaci贸n de categor铆as del marxismo para lograr una comprensi贸n materialista de la estructura socio-econ贸mica del pa铆s. De acuerdo con este enfoque, Venezuela es caracterizada como una naci贸n de rasgos semifeudales, en una relaci贸n de dependencia neocolonial con la estructura imperialista del capitalismo internacional.
La segunda parte del Plan expone un "Programa m铆nimo" de acci贸n inmediata de acuerdo con los siguientes enunciados: hombres civiles al manejo de la cosa p煤blica con exclusi贸n de todo militar del mecanismo administrativo durante el per铆odo preconstitucional y lucha contra el caudillismo militarista; garant铆as para la libre expresi贸n del pensamiento, hablado y escrito y para los dem谩s derechos individuales; confiscaci贸n inmediata de los bienes de G贸mez, sus familiares y servidores; creaci贸n de un Tribunal de Salud P煤blica (inspirado en el Comit茅 de Salut Public de la Revoluci贸n Francesa) para investigar y sancionar los "delitos del despotismo"; inmediata expedici贸n de decretos protegiendo las clases productoras de la "tiran铆a capitalista"; intensa campa帽a de alfabetizaci贸n y promoci贸n de la ense帽anza t茅cnica industrial y agr铆cola y proclamaci贸n de la autonom铆a universitaria; revisi贸n de los contratos y concesiones celebrados por la Naci贸n venezolana con el capitalismo nacional y extranjero, nacionalizaci贸n de las ca铆das de agua y control por el Estado o el Municipio de los servicios p煤blicos; convocatoria, en un plazo no mayor de un a帽o, de una Asamblea Nacional Constituyente que eligiera un gobierno provisional, reformara la Constituci贸n, revisara las leyes que lo reclamaran con m谩s urgencia y expidiera las necesarias para resolver los problemas pol铆ticos, sociales y econ贸micos surgidos de la revoluci贸n.
En t茅rminos generales, el Plan de Barranquilla fue el "manifiesto-programa" de la Agrupaci贸n de Izquierda (ARDI), fundada a los pocos d铆as en la misma ciudad por los firmantes del documento. La publicaci贸n de Plan gener贸 vivas pol茅micas entre los exiliados venezolanos. Algunos, como Miguel Otero Silva, destacaron el contraste entre el car谩cter radical del an谩lisis marxista de la realidad venezolana y el contenido del programa propiamente dicho, el cual no pasaba de una posici贸n social dem贸crata moderada. El Plan de Barranquilla s贸lo fue conocido en Venezuela en 1936 cuando se incluy贸 en el Libro rojo que el gobierno del presidente Eleazar L贸pez Contreras public贸 a partir de un legajo de documentos que por un descuido atribuido a Ra煤l Leoni, hab铆an ca铆do, desde Colombia, en manos de las autoridades venezolanas. El objetivo fundamental del llamado Libro rojo era demostrar las afiliaciones comunistas de los firmantes del Plan de Barranquilla, entonces agrupados en el Movimiento de Organizaci贸n Venezolana (ORVE). En definitiva, el Plan de Barranquilla puede considerarse como el primer antecedente pol铆tico de lo que posteriormente vendr铆a a ser el partido Acci贸n Democr谩tica, legalizado en 1941 durante la presidencia de Isaias Medina Angarita.

Sacado de internet:Venezuelatuya.com

Comentario propio:
Aunque muchos calificaron la obra de Betancourt como deficiente y otros como Picon Salas, se le paso la mano y dijo que era como una segunda acta de independencia. Creo que para la epoca y la inmadurez del muchacho Betancourt el documento es "ahi-ahi".
A partir de ese documento publicado en 1931 es que nace el ARDI el embrion de Accion Democratica. La secuencia fue ARDI, ORVE, PDN y AD en 1941.

Documento.
PLAN DE BARRANQUILLA

La repercusi贸n de los movimientos insurgentes iniciados en Am茅rica Latina al finalizar 1929 y continuados durante los a帽os 30 y 31; la crisis econ贸mica; la creciente saturaci贸n del descontento en las masas; la anarqu铆a agudizada entre los servidores del despotismo, ante la decrepitud del jefe del r茅gimen y la imposibilidad de acordarse entre ellos para designarle sucesor, son factores concurrentes que nos autorizan a esperar un pr贸ximo y decisivo conflicto entre las masas populares de Venezuela y el gobierno de los G贸mez. Dentro de la m谩s rigurosa l贸gica hist贸rica est谩 tambi茅n la previsi贸n de que en esa lucha, tras peripecias poco prolongadas, triunfar谩 la voluntad nacional. La historia de Am茅rica, en sus cien a帽os de lucha contra el absolutismo personalista, tiene constatado el hecho de que ninguno de los gobiernos de fuerza se bastaron con el solo aparato militar para sostenerse indefinidamente cuando ya el determinismo de la evoluci贸n hab铆a se帽alado su ca铆da. Como Porfirio D铆az y como Juan Manuel de Rosas, G贸mez ser谩 arrollado por el primer imitador de Madero o Urquiza que transporte a Venezuela, en 茅sta o aquella forma, rifles y cartuchos. Ya las masas venezolanas est谩n «armadas de la resoluci贸n vehemente de armarse», cumpli茅ndose la m谩s fundamental de entre las condiciones objetivas que para poner a la orden del d铆a la insurrecci贸n exigen los de la rigurosa dial茅ctica materialista.
Ahora bien, ante el desarrollo de acontecimientos que llevaron fatalmente a la revoluci贸n, ¿Cual es la actitud de los sectores de vanguardia de la oposici贸n, dentro y fuera del pa铆s? De expectativa; o de esfuerzo y labor polarizados exclusivamente hacia una finalidad inmediata: la de derrocar el gomecismo. Si la primera actitud es indigna y vergonzosa, la segunda aun cuando justa en cierta medida, es condenable en su aspecto de unilateralidad de la acci贸n. Coexistiendo con la tarea concreta de acopiar elementos de todo orden para la lucha armada, debe desarrollarse vivamente otra de an谩lisis de los factores pol铆ticos, sociales y econ贸micos que permitieron el arraigo y duraci贸n prolongada del orden de cosas que se pretende destruir. Si no se cumple esta tarea, el triunfo de la revoluci贸n, o de la acci贸n cualquiera que termine con el r茅gimen de G贸mez, nos hallar铆a profesando la tesis simplista y antisociol贸gica de que la «zamarrer铆a» y la «ausencia de fronteras morales» en aqu茅l explican y justifican el cuarto de siglo de rehabilitaci贸n. En consecuencia, se caer铆a tambi茅n en el error de suponer que con la simple renovaci贸n de la superestructura pol铆tica estaba asegurado para Venezuela un ciclo de vida patriarcal. «Hombres honrados en el poder y Venezuela est谩 salvada», es la f贸rmula en que traducen su atolondrado optimismo quienes solo en G贸mez y en su persistencia radican la causa determinante de nuestra inestabilidad nacional.
La verdad de los hechos es otra. El an谩lisis penetrante de la situaci贸n venezolana, la confrontaci贸n de sus problemas con similares en otros pueblos de Am茅rica Latina, la aplicaci贸n al estudio de su evoluci贸n hist贸rica de los m茅todos de la ciencia social contempor谩nea, el esfuerzo decidido de ir m谩s all谩 de las explicaciones superficiales de los fen贸menos para buscarles sus causas 煤ltimas, nos llevan al convencimiento de que el despotismo ha sido en Venezuela, como en el resto del continente, expresi贸n de una estructura social-econ贸mica de caracteres diferenciados y precisables sin dificultad.
Estos factores son internos unos y externos otros. Los primeros, pueden referirse al que los comprende y explica a todos: la organizaci贸n pol铆tico econ贸mica semifeudal de nuestra sociedad. Los segundos, a la penetraci贸n capitalista extranjera. Analic茅moslo separadamente.
Organizaci贸n pol铆tico-econ贸mica semifeudal
La Colonia, como organizaci贸n jur铆dica y social, ha pervivido dentro de la Rep煤blica. Legislando en nombre de una te贸rica y jam谩s consultada «voluntad popular», quienes concretaron en leyes los resultados de la revoluci贸n de independencia respetaron los fundamentos econ贸micos feudales de la sociedad venezolana. Por debajo del nebuloso jacobinismo de la Sociedad Patri贸tica de igual manera que en el reposado acento de los primeros constituyentes de Caracas alentaba una misma aspiraci贸n de la «nobleza criolla»: mantener dentro de la Rep煤blica su posici贸n privilegiada de casta poseyente de cultura y de tierras, de esclavos explotados y de sutilezas escol谩sticas para justificar esa explotaci贸n. La Constituci贸n caraque帽a del a帽o 11, las promulgadas por todas las legislaturas provinciales en esos mismos d铆as, fueron elaboradas en armon铆a con ese criterio de la clase dirigente y para que sirvieran en sus manos de eficaz elemento de dominaci贸n. Todas consagraron el principio olig谩rquico, negaci贸n autom谩tica de esa democracia te贸ricamente proclamada, de que s贸lo los poseyentes de bienes ra铆ces pod铆an aspirar a funciones dirigentes. Los que nada ten铆an, la masa expoliada, s贸lo sirvi贸 para darle cuotas de sangre a sus «se帽ores» y para ayudarlos con ellas a extender a radios mayores que la «hacienda» o el «hato» patrimoniales el dominio de su influencia. A trav茅s de cien a帽os, para las masas populares la situaci贸n contin煤a id茅ntica. Escindida Venezuela de la Gran Colombia, los «canastilleros» del a帽o 30, aliados con la burgues铆a rural de cepa latifundista se compactaron alrededor de P谩ez, traidor a los ideales de su clase y conculcador sistem谩tico de la libertad econ贸mica de los hombres con los cuales hab铆a luchado por la conquista de la libertad pol铆tica. En las combinaciones de los dirigentes «godos» del 30 al 46, no se cont贸 nunca, para nada, al pueblo, a la naci贸n. La oligarqu铆a liberal, aparte de las reformas formales utilizadas como «carnadas» para atraerse multitudes hambrientas de justicia social, fue tan respetuosa como la oligarqu铆a conservadora del derecho para la burgues铆a criolla y para el capital extranjero de explotar en la ciudad y en el campo a los trabajadores manuales y a los sectores intelectual y medio no corrompidos. El desplazamiento del poder de una oligarqu铆a por la otra no ha significado hasta ahora sino la alternabilidad de divisas partidistas en unos mismos grupos 谩vidos de lucro y de mando, identificados en procedimientos de gobierno y de administraci贸n. Hasta ahora no ha tenido Venezuela en su ciclo de rep煤blica ning煤n hombre cerca de la masa, ning煤n pol铆tico identificado con las necesidades e ideales de la multitud. Las apetencias populares han buscado, en vano, quienes las interpreten honradamente y honradamente pidan para ellas beligerancia. Hombres de acci贸n y hombres de pensamiento, «guapos» y «literatos» se acordaron en toda 茅poca para ahogar el clamor de los bajos fondos sociales. Por eso, hoy como en los d铆as de la Colonia, los hijos de los esclavos «libertados» por el teatral decreto de los asesinos del Congreso en el 48, est谩n sometidos en el campo y en la f谩brica a todas las ignorancias, a salarios de hambre y a un r茅gimen brutal de explotaci贸n, por sistemas semiesclavistas, del hombre por el hombre.
La clase mantuana criolla fue a la revoluci贸n empujada por sus intereses de clase. lba a suplantar el dominio metropolitano en la explotaci贸n directa de las masas, a reivindicar para s铆 el derecho a ejercer la «tiran铆a activa y dom茅stica». Pero, la burgues铆a colonial no estaba org谩nicamente capacitada para gobernar sola. Su evoluci贸n econ贸mica y pol铆tica no hab铆a cerrado el ciclo que determina la madurez en la actitud de una clase para monopolizar el poder. Le fue necesario pactar con una casta de hombres surgida de los azares de la guerra y con profundos arraigos en la conciencia popular, que en ellos cre铆a ver la encarnaci贸n de su destino. Los mantuanos de la Segunda Rep煤blica rodean por eso a P谩ez, jefe de masas, surgido de la masa. Desde entonces, ya no terminar谩 m谩s el acuerdo del latifundista -siendo agraria nuestra realidad, la burgues铆a urbana e industrial apenas comienza hoy a cobrar fuerzas —con el «guapo» de turno en la presidencia. Caudillismo y latifundismo son y han sido, en lo interior, los dos t茅rminos de nuestra ecuaci贸n pol铆tica y social.
Para caudillos y latifundistas la situaci贸n semi — hambrienta de las masas y su ignorancia son condiciones indispensables para asegurarse impunidad en la explotaci贸n de ellas. Sin libertad econ贸mica, analfabetos y degenerados por los vicios, los trabajadores de la ciudad y del campo no pueden elevarse a la comprensi贸n de sus necesidades ni son capaces de encontrarle cauce a sus anhelos confusos de dignidad civil. La ausencia de protecci贸n por parte de nuestros gobiernos a las clases trabajadoras, l贸gica por el compadrazgo ya se帽alado de «generales» legisladores con due帽os de haciendas y de f谩bricas, se aprecia por la simple consideraci贸n de que el primer c贸digo del trabajo promulgado en Venezuela, y eso de reaccionaria contextura fascista, corresponde al a帽o de 1928. En cuanto a educaci贸n popular, un 90% de analfabetos demuestra c贸mo a pesar del «magn谩nimo» decreto de Guzm谩n Blanco y de los dem谩s «esfuerzos» posteriores en el mismo sentido —incluyendo la reciente campa帽a de desanalfabetizaci贸n decretada por Samuel Ni帽o—, los fideicomisarios en la Rep煤blica de la clase dominante colonial han realizado a cabalidad el anhelo expresado en 1796 por los mun铆cipes de Caracas, en Acta dirigida al rey, de que se continuara negando a las clases bajas «la ilustraci贸n de que hasta entonces hab铆an carecido». La industria del «aguardiente» —y el monopolio de la «jugada», mercantilizaci贸n de taras sociales en beneficio de oligarqu铆as, han sido otros de los instrumentos utilizados por nuestras llamadas clases dirigentes para docilizar masas ignaras. El balance de un siglo para los de abajo, para la masa, es este: hambre, ignorancia y vicio. Esos tres soportes han sostenido el edificio de los despotismos.
Estos elementos de descomposici贸n no pueden desaparecer de nuestro organismo nacional si no se renueva en sus propios fundamentos la estructura jur铆dica y social que los ha producido. Inatacada en sus bases la organizaci贸n actual de la sociedad venezolana, no procur谩ndose una m谩s justa distribuci贸n de riqueza y de cultura entre sus componentes, se corre el riesgo seguro de que fracasen los mejores ideales pol铆ticos de los hombres que deben sustituir en el poder a la horda que lo detenta, apenas hayan desaparecido esos hombres del escenario p煤blico, si es que antes no los hubiere utilizado una acci贸n contrarrevolucionaria. Si en la alianza latifundista-caudillista se apoyaron primero las oligarqu铆as y luego la autocracia para explotar al pa铆s, minar esa alianza, luchar contra ella hasta destruirla, debe ser la aspiraci贸n consciente de los venezolanos con un nuevo y menos gaseoso concepto de la libertad que el profesado por los jacobinos de todos los tiempos de la Rep煤blica, convencidos ingenuos de que sufragio universal, el juicio por jurados y otras conquistas de orden democr谩tico bastan para asegurar el «respeto a la ley» y «la felicidad de los pueblos».
Nuestra revoluci贸n debe ser social y no meramente pol铆tica. Liquidar a G贸mez y con 茅l al gomecismo, vale decir, al r茅gimen latifundista-caudillista, entra帽a la necesidad de destruir en sus fundamentos econ贸micos y sociales un orden de cosas profundamente enraizado en una sociedad donde la cuesti贸n de la injusticia esencial no se ha planteado jam谩s. Protecci贸n efectiva para el proletariado urbano, mejorando y elevando su standard de vida; un pedazo de tierra, sin capataces y sin amos, para el campesino despose铆do por la voracidad de los terratenientes; educaci贸n popular intensiva, primaria y t茅cnica para ambos estratos sociales; lucha abierta contra los vicios que minan la contextura moral y f铆sica de nuestros hombres, son conquistas primordiales, inaplazables, sin las cuales nuestra pr贸xima revoluci贸n ser谩 una de las «cl谩sicas danzas de espadas» venezolanas, sin trascendentales repercusiones en el organismo nacional. El logro de estas conquistas significa el desplazamiento del poder de todo hombre o partido de ra铆ces militaristas y latifundistas, pues, como lo tienen demostrado cien a帽os de fracaso de los ideales democr谩ticos, terratenientes y generales son enemigos hist贸ricos de la cultura y mejoramiento de las masas.
Penetraci贸n capitalista extranjera
Entre el capitalismo extranjero y la casta latifundista-caudillista criolla ha habido una alianza t谩cita en toda 茅poca. El antiguo capitalismo exportador de mercanc铆as como el de la etapa imperialista, exportador de capitales, han hallado siempre en Venezuela una zona f谩cil de dominio por la ausencia de previsi贸n nacionalista en nuestros gobernantes. La alianza t谩cita de los explotadores extranjeros con los explotadores criollos se transforma en expresa obligaci贸n contractual cuando G贸mez, en los d铆as de la reacci贸n, pide ayuda a Estados Unidos contra posibles movimientos castristas, ofreciendo de paso la soluci贸n de todos los conflictos de orden internacional con las grandes potencias, vale decir, ofreci茅ndole a los capitanes de industria de esas potencias protecci贸n y apoyo para que realizasen en nuestro pa铆s sus calculados planes de conquista econ贸mica. G贸mez ha sido consecuente con ese compromiso. Las industrias no afectadas directamente por su monopolio personal han sido entregadas sucesivamente, sin control de ninguna clase, a la explotaci贸n capitalista extranjera. La Standard Oil, La Royal Dutch, el Royal Bank, cuatro o cinco compa帽铆as m谩s con capitales integrados en su totalidad en d贸lares o libras esterlinas, controlan casi toda la econom铆a nacional. En cambio de esa pol铆tica de puerta abierta para la explotaci贸n imperialista, que ha entregado las m谩s productivas fuentes de riqueza venezolana a unas cuantas docenas de banqueros e industriales yanquis o ingleses, la internacional de los gobiernos capitalistas le ha prestado resuelta ayuda, en todos los terrenos, al despotismo. No es un secreto para nadie que en la Secretar铆a de Estado norteamericana ha tenido el gomecismo aliado decidido en toda 茅poca y para todo. Igual actitud han adoptado la Canciller铆a de Inglaterra, Holanda, Francia, etc., as铆 como las de los pa铆ses semicoloniales de Am茅rica Latina mediatizados por grupos de capitalistas de aquellas grandes potencias. Si relacionamos la situaci贸n venezolana, en su aspecto internacional con las de los otros pa铆ses del continente, comprobamos que no se trata en nuestro caso de una pol铆tica determinada a una situaci贸n dada, sino de una t谩ctica uniforme aplicada en todas las zonas de inversi贸n y explotaci贸n imperialista desde que el capitalismo evolucion贸 de su etapa librecambista a la monopolista, t铆pica en el 煤ltimo estado de su proceso org谩nico que actualmente estamos contemplando. El capitalismo imperialista necesita apoyar y sostener en el gobierno de los pueblos donde hace inversiones a hombres sin escr煤pulos ni noci贸n de defensa nacional para asegurarle el m谩ximum de rendimiento a sus trusts y carteles inversionistas. La internacional imperialista ha sostenido a G贸mez en Venezuela como sostiene y sostendr谩 en cualquiera de estos pa铆ses a gobiernos de fuerza, que con represiones brutales ahogue toda aspiraci贸n de mejoras de las clases trabajadoras, que por el utilitarismo de sus gestores no vacile en poner al servicio de la explotaci贸n extranjera los medios de producci贸n del pa铆s. En consecuencia, la lucha en nuestro pueblo contra el absolutismo pol铆tico por la defensa de la autonom铆a econ贸mica y para la protecci贸n de las clases productoras plantea de una vez la cuesti贸n de defensa nacional de la penetraci贸n capitalista extranjera.
Conclusiones
Precisados en el orden interno y en las relaciones internacionales los factores determinantes de la situaci贸n venezolana hemos suscrito un programa m铆nimo de acci贸n pol铆tica y social con vistas a esos factores. Presumen esp铆ritus simplistas, viciados de la tradicional indolencia venezolana para ahondar problemas, que «asociaciones c铆vicas» y otros remedios f谩ciles de la misma 铆ndole bastar铆an para promover en el pa铆s un movimiento de dignificaci贸n civil. Nosotros, con criterio m谩s realista y positivo, nutrido de doctrina y de historia, creemos que la elevaci贸n del nivel pol铆tico y social de las masas no puede lograrse sino sobre bases de independencia econ贸mica. Por eso, hemos articulado nuestra plataforma con postulados de acci贸n social y antimperialista, trascendiendo resuelta y conscientemente las aspiraciones retrasadas de quienes creen que basta moralizar la administraci贸n y reformar cuatro o cinco art铆culos de la Constituci贸n para que Venezuela comience a realizar su destino de pueblo. Hemos dicho programa m铆nimo, porque el suscrito hoy por nosotros apenas contempla los m谩s urgentes problemas nacionales y porque el contenido mismo de nuestros postulados de acci贸n es apenas reformista. Consecuentes con un m茅todo que repudia la sobreestimaci贸n de fuerzas, hemos querido considerar s贸lo las necesidades y aspiraciones populares que creemos m谩s urgentes. La marcha misma del proceso social nos se帽alar谩 el momento de poner a la orden del d铆a la cuesti贸n de ampliaci贸n y revisi贸n del programa. 
Programa
I. Hombres civiles al manejo de la cosa p煤blica. Exclusi贸n de todo elemento militar del mecanismo administrativo durante el per铆odo preconstitucional. Lucha contra el caudillismo militarista.
II. Garant铆as para la libre expresi贸n del pensamiento, hablado o escrito, y para los dem谩s derechos individuales (asociaci贸n, reuni贸n, libre tr谩nsito, etc.).
III. Confiscaci贸n de los bienes de G贸mez, sus familiares y servidores; y comienzo inmediato de su explotaci贸n por el pueblo y no por jefes revolucionarios triunfantes.
IV. Creaci贸n de un Tribunal de Salud P煤blica que investigue y sancione los delitos del despotismo.
V. Inmediata expedici贸n de decretos protegiendo a las clases productoras de la tiran铆a capitalista.
VI. Intensa campa帽a de desanalfabetizaci贸n de las masas obreras y campesinas. Ense帽anza t茅cnica industrial y agr铆cola.
Autonom铆a universitaria funcional y econ贸mica.
VII. Revisi贸n de los contratos y concesiones celebrados por la naci贸n con el capitalismo nacional y extranjero. Adopci贸n de una pol铆tica econ贸mica contraria a la contrataci贸n de empr茅stitos.
Nacionalizaci贸n de las ca铆das de agua. Control por el Estado o el Municipio de las industrias que por su car谩cter constituyen monopolios de servicios p煤blicos.
VIII. Convocatoria dentro de un plazo no mayor de un a帽o de una Asamblea Constituyente, que elija gobierno provisional, reforme la Constituci贸n, revise las leyes que con mayor urgencia lo reclamen y expida las necesarias para resolver los problemas pol铆ticos, sociales y econ贸micos que pondr谩 a la orden del d铆a la revoluci贸n.
Los que suscriben este plan se comprometen a luchar por las reivindicaciones en 茅l sustentadas y a ingresar como militantes activos en el partido pol铆tico que se organizar谩 dentro del pa铆s sobre sus bases.
En Barranquilla, a 22 de marzo de 1931.
Pedro A. Juliac
Sim贸n Betancourt
Carlos Pe帽a 脷slar
P. J. Rodr铆guez Berroeta
Ra煤l Leoni V.
C茅sar Camejo
R贸mulo Betancourt
Mario Plaza Ponte
Ricardo Montilla
Rafael 脕ngel Castillo
Valmore Rodr铆guez
Juan J. Palacios

Vale la pena leerlo y no tomarlo muy en serio. Eran otras epocas y otras circunstancias.

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