*El rinoceronte de Dalí.*
Aquel día, media ciudad de París, se estremeció ante un hecho realmente inédito, ocurrido en los espacios del Zoológico de Vincennes. En dónde el mismísimo Dalí, en persona, se presentó para pintar a un rinoceronte africano.
Las autoridades desplegaron un operativo logístico, nunca antes visto, para un evento de esa naturaleza.
Se dispusieron cámaras filmadoras y fotográficas, estratégicamente ubicadas para captar en todo momento y en detalle, lo que prometía ser un un acontecimiento inolvidable, ¡que de hecho lo fue!
Incluso, los cuidadores del animal entrenaron para no incomodar al especimen ni al pintor.
Una gran expectativa reinaba entre todos los presentes, no todos los días se recibía la visita en el zoológico de tan extraordinario huésped , así que no se escatimó ningún esfuerzo, en hacer que este genio de las artes plásticas se sintiera cómodo, para trabajar como si estuviese en los espacios íntimos de su taller.
Todo estaba perfectamente dispuesto para él, incluida una carretilla de metal ( que no siente ni padece) y el rinoceronte que no tenía prisa ni oportunidad de ir a otro lado, así quisiera. Además, tampoco sabía que la cosa era entre él y Dalí ( aparentemente).
Los que si sentían y padecían,las inclemencias de la demora, debieron soportar una larguísima espera, hasta que apareció el maestro Salvador.
Llegó perfectamente trajeado y peinado, como si fuese a una fiesta con lo más granado de la aristocracia europea, trajo consigo un gran caballete de madera y un pequeño lienzo.
Además se hizo acompañar de un séquito impensable de personas que le hacían un cortejo de honor digno de una estrella del arte, en todo su esplendor.
De inmediato, al apostarse justo frente al reclusorio del animal del cual solo le separaba una pared de piedras, hizo uno de sus ademanes para pedir silencio , (es comprensible) el Divino Dalí, no podia volcar en un lienzo su talento si había un ruido ensordecedor a su alrededor.
Se sentó sobre la carretilla de metal , ajustó su lujoso traje, cruzó sus piernas y enmarcó a el animal con los dedos de su manos, supongo que para fijar mejor la imagen y la visión del objeto a pintar.
Afiló las puntas de sus bigotes (uno de sus símbolos más reconocibles) y puso una mirada intensa , penetrante que parecía quemar la piel del "modelo", que se hacía el desentendido.
Fueron momentos de espera y de tensión, hasta que Dalí, finalmente dibujo con su pincel unas formas extrañas y la mostró hacia el público como diciendo:
"Aquí el rinoceronte de Dalí".
La gente se veía entre si. con evidente gesto de sorpresa , algo contrariados, pero fingiendo complacencia.
La gran mayoría optó por aplaudir acaloradamente, para congraciarse con el autor, otro ni chistaron ante el evidente "temor", que les tomarán como incultos o desconocedores del llamado "arte de vanguardia", muy de moda y celebrado, en ese tiempo.
Incluso, dicen que alguien murmuró en voz casi inaudible. que era mejor quedar como estúpido y adulador ante los ojos del célebre pintor , que cómo ignorante a los ojos del mundo culto.
En los barrios pobres de París, corrió clandestinamente el comentario de que un obrero del zoológico, al que no le importaba la fama del visitante y tampoco le interesaba su arte , se atrevió a increpar al pintor (por cierto de forma muy discreta) diciendo que de ninguna manera lo que él veía en el cuadro, representaba al rinoceronte que veían sus ojos.
Fue allí, cuando dicen que Dalí respondió con lo más granado de su ego.
"La gente no paga para ver lo que usted dice que ve ni siquiera pagan para ver lo que ellos creen que ven".
¡ La gente paga para ver, lo que Dalí, dice que ve!
José Centeno García.
#ElRinoceronteDeDalí
#RealismoMagico
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