Gobierno de Ancha Base y retirada revolucionaria
El gobierno de
Leoni arranca con la coalición de ancha base, término inventado por Paz
Galarraga para la alianza firmada con el partido de Uslar Pietri (FND) y
el partido de Jóvito Villalba (URD). Este diseño fue combatido
duramente en AD, principalmente por los betancuristas, a cuya cabeza se
colocaba, dando codazos, Carlos Andrés Pérez. El CEN ordenó una
discusión nacional de la propuesta y durante dos semanas los hombres de
Paz Galarraga se movilizaron a todo el país, realizándose asambleas de
base en cada municipio o parroquia de Venezuela, y en la mayoría se
producía un rechazo unánime, no tanto por la resistencia al grupo
pacista o por la antipatía que sentían los adecos contra Uslar Pietri y
Jóvito Villalba, sino por lo que sentían contra cualquier gobierno de
coalición que postergara por nuevos años la esperada revolución
prometida en los programas partidistas. Paz Galarraga justificó el
diseño, argumentando que el gobierno requería situarse en medio de una
fuerza de izquierda, que supuestamente era URD, y una fuerza de derecha,
que era el FND uslarista. Diferenciándose de lo que se dice era la
propuesta de Betancourt, es decir, alianza con COPEI, que sería la
fuerza de derecha en un gobierno apoyado por AD, que significaría la
izquierda. Paz Galarraga reproduce en cierta forma la esencia de la
táctica del anterior quinquenio, cuando Betancourt se situó en medio de
fuerzas de izquierda y de derecha colocando al gobierno como eje; e
institucionaliza pragmáticamente la experiencia que ya había dado
resultado, con la ventaja ahora de encontrarse disminuidas sensiblemente
las presiones de las tendencias políticas. Pero Betancourt no pudo
asimilar la derrota de su propuesta, y sobre todo no podía asimilar la
alianza con un uslarismo donde figuraban estelarmente arsistas como José
Angel Ciliberto, Ramón Escovar Salom y Ramón Quijada, junto a personas
provenientes del PCV en roles de bajo perfil, y el propio Uslar, uno de
sus principales adversarios históricos a partir del derrocamiento de
Medina Angarita junto al cual Uslar desempeñaba una trayectoria de
delfín que podía llegar a ser Presidente. Tampoco podía asimilar
Betancourt una nueva alianza con Jóvito Villalba, a quien acusaba de
haber abandonado la anterior coalición en su último año, cuando ya URD
no podía obtener mas provecho de la administración pública, dejando no
solo los problemas de los demás sino los problemas que sus mismos
funcionarios habían dejado en áreas tan importantes como la salud, el
trabajo, la seguridad social, y otros. Pero sobre todo, el betancurismo
parecía advertir que AD dominaría en gran parte la orientación del
gobierno, ya que los demás partidos de la alianza no hacían juntos un
buen equilibrio, y que en esas condiciones la Dirección Nacional de AD,
en manos de Paz Galarraga, pasaría a dominar la escena política y
social. No desconfiaba tanto Betancourt del grado izquierdista de Paz y
sus seguidores, como de lo que llamaba la incapacidad para sostener la
democracia, ya que entre otras cosas consideraba que el izquierdismo en
AD era una clase de incapacidad para garantizar las necesidades del
Estado democrático venezolano.
Las bases de AD
resultaron sorprendidas con la propuesta de una nueva coalición. Si algo
habría enervado la capacidad de lucha de los adecos en la campaña de
Leoni, fue la idea de que ahora si gobernarían solos, una esperanza que
había permanecido apagada durante los cinco años anteriores donde
dirigentes y activistas hicieron esfuerzos por entender y aceptar a
COPEI y los sectores de la burguesía insertados en el gobierno de
Betancourt. Carlos Andrés Pérez, integrado a la vida interna del partido
después de haber acompañado a Betancourt en su gobierno, se arroga la
oposición interna de la propuesta de coalición de ancha base. El
betancurismo como tal se encontraba disperso, y en todos los grupos se
encontraban fieles betancuristas. Betancourt finalmente hace honor a su
promesa de alejarse de Venezuela al término de su gobierno, y se marcha a
Suiza los cinco años del gobierno de Leoni, aparentando al menos no
incidir sobre la política venezolana. Sus propios amigos quizá le habían
hecho ver que Leoni gobernaría más pacíficamente si él estaba lejos de
Venezuela.
Ya se habían
iniciado conversaciones entre dirigentes de AD y los partidos
insurreccionales. La derrota de la corta estrategia guerrillera había
sido rapaz, ni siquiera parecía una derrota estratégica sino táctica.
Los mas jóvenes comenzaban a darse cuenta de lo que les había pasado:
“Lisa y llanamente estábamos derrotados”, dice Teodoro Petkoff en su
libro Proceso a la Izquierda. Entre el PCV y el MIR comienza un proceso
de alejamiento y disidencia, ya que el PCV es quien hace los primeros
movimientos defensivos para apartarse de la estrategia de guerra armada,
por decisión del VIII Congreso del Comité Central. En el propio partido
comunista coexisten quienes nunca habían aceptado esa estrategia con
quienes recogían los vidrios rotos aceptando la derrota como algo
inherente a las luchas políticas. Del MIR se desprenden sucesivas capas
hacia la pacificación. Cuando se retira Domingo Alberto Rangel, queda
Rubén Sáez Mérida al frente. Cuando éste se aparta, queda Américo
Martín, y cuado éste es capturado viajando a la URSS, queda Moisés
Moleiro en el cerro El Bachiller del estado Miranda. Cuando Moleiro
regresa a la ciudad, el Presidente de la Federación de Centros de
Estudiantes de la Universidad Central, Julio Escalona, se va a las
montañas. Con éste, Jorge Rodríguez pasa progresivamente a dirigir
núcleos de guerrilla urbana y el movimiento estudiantil. Julio Escalona
abandona las guerrillas y las deja en manos de Carlos Betancourt y
Gabriel Puerta Aponte, y al final no queda sino la fachada. De las
guerrillas del PCV tampoco queda sino variados disidentes, encabezados o
al menos inspirados por Douglas Bravo.117 Hasta 1968 la retirada es
penosa, con reflejos de flaca rebeldía en aquellos nuevos demorados. En
el seno del gobierno había brotado una camarilla de furibundos
anticomunistas que llegó a actuar autónomamente, contando con órganos
policiales (Dirección General de Policía, Dirección de Inteligencia
Militar, y el Servicio de Información de las Fuerzas Armadas), que
desarrolló sus propias formas de presión y represión, que incluso se
aplicó contra dirigentes del propio partido AD, asesorados por expertos
cubanos batisteros, del FBI y la CIA, y que contabilizaron torturas,
muertes y desapariciones entre los activistas de izquierda. El
movimiento insurreccional urbano, por su parte, llegó a admitir en sus
filas a delincuentes profesionales con quienes ejecutó robos a bancos,
cuyo producto no siempre ingresó a las finanzas revolucionarias, y
también perpetró atrocidades, contabilizando muertos y heridos. Civiles
de corbata, que habían pasado el tremedal desde oficinas quizá no tan
cómodas, reciben a los guerrilleros que regresan, tomando su defensa
burocrática en el Congreso para lavarse sus propias manchas de cobardía.
Hablaron y hablaron, siguieron y aún siguen hablando, de una epopeya
que no alcanzaron a vivir, algunos por cobardes, pero hablaron y
pontificaron hasta convencer a nuevas generaciones de haber sido alma y
carne del sacrificio de la izquierda revolucionaria, y han ocupado altos
cargos en el gobierno de Hugo Chavez.
De los restos de
la guerrilla surgen Bandera Roja de Betancourt y luego Bandera Roja de
Puerta Aponte. Del PCV se despliegan PRV, Ruptura, PRAG, Causa R, y
siguen. Se fraccionan y se siguen fraccionando.118 Hay material para
siglos de forja. El acero gimió de dolor mientras el golpe implacable
del martillo sobre el yunque de la historia siguió un ritmo casi
monótono. El hierro candente tiene una sed infinita. Tac. Tac. Es viento
que golpea la ventana. Una gota que rueda desde el techo sobre una
chapa de zinc en un rancho solitario. Un palpitar de nostalgia en la
mirada de decenas de presos. Los siglos aún encadenados hurgan en un
pedazo de pan la migaja de su historia. Pan. Pan. Una mujer, madre,
novia, esposa, abuela, bisabuela, tatarabuela, todavía espera cortando
una verdura en un fregadero de cemento, pensando en el preso, pensando
en el muerto, masticando el verbo entre los dientes. Tac. Tac. Una
Venezuela de patriotas. Una Venezuela de románticos. Una Venezuela de
pueblo puro
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