Los
primeros días de enero de 1936 Rómulo Betancourt embarcó rumbo a
Venezuela y, como apunta Caballero (2004, p. 137) no es sino hasta el 10
de febrero que hizo su primera aparición pública.
A su llegada se encontraba en la presidencia provisional del país el general Eleazar López Contreras, quien fuera desde hacía mucho tiempo una figura representativa del régimen de Gómez y su amigo fiel. A él tocaría la tarea de completar el período del dictador hasta el 19 de abril de 1936. Su gestión comenzó con una importante apertura en materia política, económica y social; pero con las moderaciones necesarias para contener a las fuerzas gomecistas aún enquistadas en algunos sectores de poder.
Muchos de los jóvenes exiliados o que habían escapado del régimen gomecista volvieron a Venezuela; asimismo varios políticos e intelectuales. Pero el bajo perfil que mantuvo Betancourt a su llegada, su aparente ausencia, eran síntomas de su recelo al llegar a un país en el que la actividad comunista estaba penada por la ley. El inciso sexto del artículo 32 de la Constitución de 1928 prohibía todo tipo de actividad y propaganda comunista y él, recién llegado de su militancia en el Partido Comunista de Costa Rica, tenía hartas razones para temer ser expulsado.
Pero la tarea fundamental que Betancourt se había trazado era la formación de un partido político, entrar en contacto con las masas y construir un liderazgo. Su intención era lograr la modernización y democratización de Venezuela porque él y estos jóvenes que volvieron al país entienden que ahora la pelea se debía dar en otro terreno, ya no era el combate en armas para llegar al poder como en el anterior siglo, plagado de caudillos y guerras civiles; sino la contienda política, de las ideas, con el apoyo del pueblo.
Así, Betancourt dio sus primeros intentos organizacionales junto al Partido Comunista de Venezuela (PCV), formando parte de su Comisión Organizadora, la cual fue creada clandestinamente por Gustavo Machado, Miguel Otero Silva y Salvador de la Plaza. Sin embargo, pronto Betancourt se apartó de esta agrupación ya que “la realidad (…) opositora de esos meses iniciales del lopecismo (…) apuntaba más bien a la conveniencia de crear organizaciones sin rigideces partidistas, además de sus tradicionales divergencia ideológicas con los comunistas” (Romero, 2005, p. 45).
La agitación política, que se vislumbraba en la calle y en la prensa, generó que el presidente López Contreras —aún provisional— suspendiera las garantías constitucionales y decretara de censura de prensa. Así, el 14 de febrero el pueblo caraqueño salió a la calle a protestar para que se les reivindicaran estos derechos. Fue la manifestación más grande que haya visto Venezuela hasta el momento. Los organismos de control lopecistas —y aún también gomecistas— actuaron al estilo de su antecesor, reprimiendo la manifestación de modo violento, disparando contra la masa. Este hecho generó la intensificación de las protestas; en la tarde miles de personas se unieron y marcharon hacia Miraflores y luego se enrumbaron hacia el Panteón, en donde Jóvito Villalba y Rómulo Betancourt se dirigieron a la multitud. Esta vez Villalba destacó ante la figura de su compañero, él era un símbolo de la represión gomecista, pues había durado varios años en sus cárceles; además era para el momento el presidente de la Federación de Estudiantes de Venezuela. Rómulo aceptó el protagonismo de Villalba.
Gracias a estas manifestaciones el gobierno de López Contreras hizo algunas concesiones. En principio reorganizó su gabinete, destituyendo a varios funcionarios gomecistas e invitó a personalidades de la oposición para ocupar algunos cargos. También restituyó las garantías constitucionales y presentó el Programa de Febrero, un proyecto que contemplaba varias reformas importantes para el país en materia económica, política, social, de salud e infraestructura. El programa estaba dirigido a iniciar pasos fundamentales para modernizar a Venezuela.
Sin embargo, a pesar de los logros que obtuvo el pueblo el 14 de febrero, Betancourt aspiraba a algo más que brotes espontáneos, él quería lograr una organización real y aún no había materializado su sueño de construir un partido. En este sentido, se une a la Organización Venezolana (ORVE), un movimiento creado por Mariano Picón Salas y Alberto Adriani para reunir a los sectores de oposición. Betancourt fue una de las figuras principales del movimiento y su orador en los actos que llevaban a cabo con el fin de lograr adhesiones.
Más tarde Betancourt fue uno de los que impulsó la idea de unir ORVE con el Partido Republicano Progresista (PRP), la Unión Nacional Republicana (UNR) y la Federación de Estudiantes de Venezuela (Organización Política) en un frente unido de oposición, al cuál se le denominó “Bloque de abril”.
Por su parte, López Contreras aspiraba a la presidencia constitucional de Venezuela. A pesar de ser heredero del gomecismo, el gobernante era percibido diferente a Gómez en varios aspectos. Muchas personas lo veían como un hombre inteligente, honrado y accesible, que —a diferencia de Gómez—se deja escuchar, se deja ver. “Por primera vez un presidente tendrá la experiencia de un contacto con las masas” (Caballero, 2004, p. 150).
Los sectores opositores de izquierda reunidos en el “Bloque de abril” decidieron apoyar a López para evitar un mal mayor, puesto que aún el gomecismo recalcitrante estaba muy cerca del poder. El Congreso seguía siendo gomecista y era factible la ascensión al poder de un sucesor con el mismo método político del anciano recién fallecido y mal que bien López Contreras había tenido ciertas muestras de apertura. Esto va a ser a la postre una decisión de la que se van a arrepentir Betancourt y los que lo acompañaron.
El 19 de abril de 1936 se reunió el Congreso Nacional y eligió a Eleazar López Contreras Presidente Constitucional de Venezuela para el período 1936-1941. Pero a pesar de la petición de la izquierda de que luego de la decisión se disolviera el Congreso gomecista, estos se negaron a hacerlo y pronto comenzaron la redacción de una ley en contra de este sector político. Ésta Ley de Orden Público, denominada “Ley Lara”, fue aprobada a finales de mayo y contemplaba la prohibición de actividades terroristas y anarquistas en el país.
El 8 de junio de 1936 se formó el Comité de Defensa Democrático y en su dirección se encuentra Rómulo Betancourt, quien participó en la organización de una huelga para el día 10 de ese mimo mes con el fin de protestar en contra de la “Ley Lara”. También perseguía la aprobación de la confiscación de los bienes de Gómez, la aspiración de disolver el Congreso gomecista y la realización de elecciones generales.
La huelga fracasó en el logro de todas sus demandas pero consiguió una reforma de la controvertida Ley y la aprobación de la confiscación de los bienes de Juan Vicente Gómez. Uno de los errores en la organización de la huelga que luego el mismo Betancourt reconocería fue la prolongación de la misma:
Nos dejamos impresionar por la marea ascendente de la calle y prolongamos la duración de la huelga más allá del límite justo que se había fijado. Y como no señalamos al propio tiempo una salida insurreccional y revolucionaria al conflicto, éste terminó por replegarse y deshacerse, ante la represión policial (Betancourt; cp. Caballero, 2004, p. 154).
En agosto de 1936 apareció un informe titulado La verdad de las actividades comunistas en Venezuela. A este compilado de documentos emanado desde el gobierno nacional se le conoció como el Libro Rojo y buscaba probar la teoría de una conspiración comunista. Además pretendía probar la militancia de Rómulo Betancourt en el Partido Comunista de Costa Rica en su primer exilio, como una manera de asociarlo con factores venezolanos de esta misma tendencia y sembrarle así una imagen de desestabilizador. La publicación de este libro y el establecimiento de la“Ley Lara” evidenciaron la persecución que el gobierno estaba iniciando contra la recién nacida izquierda nacional.
El 28 de octubre del año 1936 se fundó el Partido Democrático Nacional (PDN) “con el fin de agrupar diversos sectores de la población en su lucha antilopecista y en pro de la implantación de un régimen y de un Estado auténticamente democrático” (Romero, 2005, p. 48). Este frente único de izquierdas nació en el Estado Zulia de la mano de Valmore Rodríguez y en su directiva se encontraban Jóvito Villalba, primer Secretario General del partido y Rómulo Betancourt, Secretario de Organización. El PDN estaba conformado según apunta Caballero (2004, p. 156) por una “burguesía revolucionaria”. El gobierno se negó a legalizar este partido, por lo que en 1937 pasa a la clandestinidad.
Rómulo Betancourt junto al PDN apoyaron la decisión del Bloque Nacional Democrático del Zulia, que organizó una huelga petrolera entre el 14 diciembre de 1936 y finales de enero de 1937; que según apunta Romero (2005, p. 50) movilizó uno diez mil obreros y empleados de la industria petrolera.
La represión del régimen lopecista se hizo sentir. Persiguió a los dirigentes de la disidencia y logró encarcelar a algunos, cerró la Universidad Central de Venezuela, clausuró varios órganos de prensa e ilegalizó las organizaciones y partidos políticos, entre los que figuraban ORVE, el PRP y la FEV. Más tarde, el 13 de marzo de 1937 por decreto del Ejecutivo se ordenó la expulsión del territorio venezolano de cuarenta y siete de los más importantes líderes de la oposición de izquierda, entre ellos Rómulo Betancourt. Desde este día Betancourt va a permanecer en la clandestinidad hasta el 20 de octubre de1939, cuando es expulsado a Chile.
A su llegada se encontraba en la presidencia provisional del país el general Eleazar López Contreras, quien fuera desde hacía mucho tiempo una figura representativa del régimen de Gómez y su amigo fiel. A él tocaría la tarea de completar el período del dictador hasta el 19 de abril de 1936. Su gestión comenzó con una importante apertura en materia política, económica y social; pero con las moderaciones necesarias para contener a las fuerzas gomecistas aún enquistadas en algunos sectores de poder.
Muchos de los jóvenes exiliados o que habían escapado del régimen gomecista volvieron a Venezuela; asimismo varios políticos e intelectuales. Pero el bajo perfil que mantuvo Betancourt a su llegada, su aparente ausencia, eran síntomas de su recelo al llegar a un país en el que la actividad comunista estaba penada por la ley. El inciso sexto del artículo 32 de la Constitución de 1928 prohibía todo tipo de actividad y propaganda comunista y él, recién llegado de su militancia en el Partido Comunista de Costa Rica, tenía hartas razones para temer ser expulsado.
Pero la tarea fundamental que Betancourt se había trazado era la formación de un partido político, entrar en contacto con las masas y construir un liderazgo. Su intención era lograr la modernización y democratización de Venezuela porque él y estos jóvenes que volvieron al país entienden que ahora la pelea se debía dar en otro terreno, ya no era el combate en armas para llegar al poder como en el anterior siglo, plagado de caudillos y guerras civiles; sino la contienda política, de las ideas, con el apoyo del pueblo.
Así, Betancourt dio sus primeros intentos organizacionales junto al Partido Comunista de Venezuela (PCV), formando parte de su Comisión Organizadora, la cual fue creada clandestinamente por Gustavo Machado, Miguel Otero Silva y Salvador de la Plaza. Sin embargo, pronto Betancourt se apartó de esta agrupación ya que “la realidad (…) opositora de esos meses iniciales del lopecismo (…) apuntaba más bien a la conveniencia de crear organizaciones sin rigideces partidistas, además de sus tradicionales divergencia ideológicas con los comunistas” (Romero, 2005, p. 45).
La agitación política, que se vislumbraba en la calle y en la prensa, generó que el presidente López Contreras —aún provisional— suspendiera las garantías constitucionales y decretara de censura de prensa. Así, el 14 de febrero el pueblo caraqueño salió a la calle a protestar para que se les reivindicaran estos derechos. Fue la manifestación más grande que haya visto Venezuela hasta el momento. Los organismos de control lopecistas —y aún también gomecistas— actuaron al estilo de su antecesor, reprimiendo la manifestación de modo violento, disparando contra la masa. Este hecho generó la intensificación de las protestas; en la tarde miles de personas se unieron y marcharon hacia Miraflores y luego se enrumbaron hacia el Panteón, en donde Jóvito Villalba y Rómulo Betancourt se dirigieron a la multitud. Esta vez Villalba destacó ante la figura de su compañero, él era un símbolo de la represión gomecista, pues había durado varios años en sus cárceles; además era para el momento el presidente de la Federación de Estudiantes de Venezuela. Rómulo aceptó el protagonismo de Villalba.
Gracias a estas manifestaciones el gobierno de López Contreras hizo algunas concesiones. En principio reorganizó su gabinete, destituyendo a varios funcionarios gomecistas e invitó a personalidades de la oposición para ocupar algunos cargos. También restituyó las garantías constitucionales y presentó el Programa de Febrero, un proyecto que contemplaba varias reformas importantes para el país en materia económica, política, social, de salud e infraestructura. El programa estaba dirigido a iniciar pasos fundamentales para modernizar a Venezuela.
Sin embargo, a pesar de los logros que obtuvo el pueblo el 14 de febrero, Betancourt aspiraba a algo más que brotes espontáneos, él quería lograr una organización real y aún no había materializado su sueño de construir un partido. En este sentido, se une a la Organización Venezolana (ORVE), un movimiento creado por Mariano Picón Salas y Alberto Adriani para reunir a los sectores de oposición. Betancourt fue una de las figuras principales del movimiento y su orador en los actos que llevaban a cabo con el fin de lograr adhesiones.
Más tarde Betancourt fue uno de los que impulsó la idea de unir ORVE con el Partido Republicano Progresista (PRP), la Unión Nacional Republicana (UNR) y la Federación de Estudiantes de Venezuela (Organización Política) en un frente unido de oposición, al cuál se le denominó “Bloque de abril”.
Por su parte, López Contreras aspiraba a la presidencia constitucional de Venezuela. A pesar de ser heredero del gomecismo, el gobernante era percibido diferente a Gómez en varios aspectos. Muchas personas lo veían como un hombre inteligente, honrado y accesible, que —a diferencia de Gómez—se deja escuchar, se deja ver. “Por primera vez un presidente tendrá la experiencia de un contacto con las masas” (Caballero, 2004, p. 150).
Los sectores opositores de izquierda reunidos en el “Bloque de abril” decidieron apoyar a López para evitar un mal mayor, puesto que aún el gomecismo recalcitrante estaba muy cerca del poder. El Congreso seguía siendo gomecista y era factible la ascensión al poder de un sucesor con el mismo método político del anciano recién fallecido y mal que bien López Contreras había tenido ciertas muestras de apertura. Esto va a ser a la postre una decisión de la que se van a arrepentir Betancourt y los que lo acompañaron.
El 19 de abril de 1936 se reunió el Congreso Nacional y eligió a Eleazar López Contreras Presidente Constitucional de Venezuela para el período 1936-1941. Pero a pesar de la petición de la izquierda de que luego de la decisión se disolviera el Congreso gomecista, estos se negaron a hacerlo y pronto comenzaron la redacción de una ley en contra de este sector político. Ésta Ley de Orden Público, denominada “Ley Lara”, fue aprobada a finales de mayo y contemplaba la prohibición de actividades terroristas y anarquistas en el país.
El 8 de junio de 1936 se formó el Comité de Defensa Democrático y en su dirección se encuentra Rómulo Betancourt, quien participó en la organización de una huelga para el día 10 de ese mimo mes con el fin de protestar en contra de la “Ley Lara”. También perseguía la aprobación de la confiscación de los bienes de Gómez, la aspiración de disolver el Congreso gomecista y la realización de elecciones generales.
La huelga fracasó en el logro de todas sus demandas pero consiguió una reforma de la controvertida Ley y la aprobación de la confiscación de los bienes de Juan Vicente Gómez. Uno de los errores en la organización de la huelga que luego el mismo Betancourt reconocería fue la prolongación de la misma:
Nos dejamos impresionar por la marea ascendente de la calle y prolongamos la duración de la huelga más allá del límite justo que se había fijado. Y como no señalamos al propio tiempo una salida insurreccional y revolucionaria al conflicto, éste terminó por replegarse y deshacerse, ante la represión policial (Betancourt; cp. Caballero, 2004, p. 154).
En agosto de 1936 apareció un informe titulado La verdad de las actividades comunistas en Venezuela. A este compilado de documentos emanado desde el gobierno nacional se le conoció como el Libro Rojo y buscaba probar la teoría de una conspiración comunista. Además pretendía probar la militancia de Rómulo Betancourt en el Partido Comunista de Costa Rica en su primer exilio, como una manera de asociarlo con factores venezolanos de esta misma tendencia y sembrarle así una imagen de desestabilizador. La publicación de este libro y el establecimiento de la“Ley Lara” evidenciaron la persecución que el gobierno estaba iniciando contra la recién nacida izquierda nacional.
El 28 de octubre del año 1936 se fundó el Partido Democrático Nacional (PDN) “con el fin de agrupar diversos sectores de la población en su lucha antilopecista y en pro de la implantación de un régimen y de un Estado auténticamente democrático” (Romero, 2005, p. 48). Este frente único de izquierdas nació en el Estado Zulia de la mano de Valmore Rodríguez y en su directiva se encontraban Jóvito Villalba, primer Secretario General del partido y Rómulo Betancourt, Secretario de Organización. El PDN estaba conformado según apunta Caballero (2004, p. 156) por una “burguesía revolucionaria”. El gobierno se negó a legalizar este partido, por lo que en 1937 pasa a la clandestinidad.
Rómulo Betancourt junto al PDN apoyaron la decisión del Bloque Nacional Democrático del Zulia, que organizó una huelga petrolera entre el 14 diciembre de 1936 y finales de enero de 1937; que según apunta Romero (2005, p. 50) movilizó uno diez mil obreros y empleados de la industria petrolera.
La represión del régimen lopecista se hizo sentir. Persiguió a los dirigentes de la disidencia y logró encarcelar a algunos, cerró la Universidad Central de Venezuela, clausuró varios órganos de prensa e ilegalizó las organizaciones y partidos políticos, entre los que figuraban ORVE, el PRP y la FEV. Más tarde, el 13 de marzo de 1937 por decreto del Ejecutivo se ordenó la expulsión del territorio venezolano de cuarenta y siete de los más importantes líderes de la oposición de izquierda, entre ellos Rómulo Betancourt. Desde este día Betancourt va a permanecer en la clandestinidad hasta el 20 de octubre de1939, cuando es expulsado a Chile.
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