Mario Bricenho Iragorry |
[2] Nuestro país es tierra de grandes hombres, verdaderos portentos de la civilidad: Andrés Bello, Cecilio Acosta, Simón Rodríguez, Fermín Toro, etc, etc, etc…
[3] Pero los políticos y los propagandistas políticos se dejan deslumbrar por los uniformes, las batallas y la violencia y no se deslumbran por el gran pensamiento de un hombre como Cecilio Acosta.
[4] En particular recuerdo como habían viejos que hablaban con gran admiración de J.V. Gómez o Pérez Jiménez y nunca se les escuchaba una mención a hombres como; Gil Fortoul, Picón Salas o Mario Briceño Iragorry. Solo admiraban a líderes militares y a usurpadores militares.
[5] En la civilidad están las grandes virtudes ciudadanas. Pero las virtudes ciudadanas no están en la agenda de los grandes líderes venezolanos.
[6] Históricamente estos campeones de la civilidad y el pensamiento han sido detestados y hechos mofa; Cecilio Acosta falleció solo y arruinado; igual destino el de Simón Rodríguez con tan mala suerte que se perdió su obra en un incendio; Andrés Bello no entra en el lote porque se fue para Chile y fundó la Universidad en ese país. Santos Michelena murió apuñalado por una “chamuchina” enardecida y así muchos más.
[7] La mayoría de los civilistas venezolanos terminan solos, desprestigiados, abandonados a su suerte y arruinados. No somos un pueblo que reconoce o respeta el trabajo y la acción de nuestros benefactores.
[8] El camino histórico venezolano ha estado cundido de destrucción y pillaje y de la admiración de un gran sector de la población hacia esos procederes.
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