Colonias Agrícolas
El proyecto de las
colonias agrícolas ideado para resolver parcialmente el problema del desempleo
en las zonas de explotación petrolera es, sin duda alguna, un acierto. Y la
celeridad con que el Ejecutivo procede a llevarlo a la práctica demuestra la exacta
comprensión de su importancia.
Si existía alguna
reserva en cuanto a la ubicación de esas colonias, las declaraciones de
ministro Cuenca las despeja completamente. Las colonias quedaran instaladas en
sitios convenientes, tanto desde el punto de vista de las conveniencias del
trabajador como del de la producción, que es la doble finalidad perseguida. Los
trabajadores quedaran a prudente distancia de buenos mercados de consumo y de
su antiguo lugar de trabajo, donde en caso de fracaso de la labor agrícola y
mejoramiento de las condiciones que obligan a la restricción de los trabajos
petroleros, les será fácil volver a asumir su antigua ocupación.
El paro es temporal
y los obreros despedidos son obreros calificados. Lo ideal, después de todo, es
que los colonos se fijen definitivamente en la tierra.
Y el éxito de esta
aspiración depende de que se los rodee de todas las facilidades requeridas para
que el experimento agrícola se convierta en una ventaja decisiva. Existe ya un
personal calificado superior a las necesidades actuales y futuras de la
producción petrolera. De suerte que una nueva necesidad de personal en los
campos de explotación podría llenarse sin detrimento de las colonias, que
entonces pasaría a ser una ganancia positiva en el haber del gobierno.
Se ha llenado una
condición esencial para lograr que el experimento de las colonias agrícolas
constituya una obra permanente. Esa condición es la escogencia de las tierras
que habrán de laborarse, el suministro adecuado de créditos e implementos, y la
provisión de viviendas higiénicas.
Este atractivo y el
buen suceso previsible del rendimiento agrícola garantizan que los colonos
permanezcan en las tierras que se les asignan.
Mejora así la
perspectiva del abastecimiento de artículos de primera necesidad a los campos
de explotación, que serán un excelente mercado de consumo para las colonias.
Por donde se
comprueba que un enfoque acertado de la situación que se confronta en los
campos mineros, determina soluciones de importancia excepcional para la vida
económica del país.
El Heraldo. Edición
vespertina (Caracas, 31 de julio de 1942)-pág. 1. Fdo. Telémaco. Columna
Contrastes.
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